Termina la restauración del Teatro Romano de Sagunto su periplo por los tribunales, confirmando que, aunque marchamos con paso firme por el siglo XXI, la España de siempre resurge en cualquier rincón a cada poco. Un juez ha dictaminado que el Teatro se queda como está, es decir, con los restos romanos recubiertos por la obra de los años 80 del siglo XX. Recuerdo que, quince años atrás, asistí a esta polémica en la que todos los argumentos de los promotores del proyecto, y de sus arquitectos (Grassi y Portaceli), se basaban en que la obra se ajustaba a la ley porque era reversible. Ahora un juez dictamina que, aunque ajustada a la legislación, y reversible, por tanto, ha de quedarse como está. En contra, por cierto, de lo que había dicho no hacía mucho, en 2008, el Tribunal Superior de Justicia de Valencia.
Recuerdo también, de aquella época, que me sorprendió mucho que la polémica se organizara con la obra terminada o prácticamente terminada, con las gradas puestas y la escena (re)construida. Siempre me pregunté por qué aquellos que clamaban contra ese "atentado contra el patrimonio" no habían reaccionado cuando se presentó el proyecto, en 1985.
Cosas, en fin, de este país al que le cuesta mucho cambiar de hábitos, como el de usar la arqueología, en cualquier foro, pero especialmente en los políticos y periodísticos, como un arma arrojadiza.
miércoles, 25 de noviembre de 2009
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